lunes, 23 de agosto de 2010

Museo de las momias de Guanajuato

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Como su propio nombre indica, en este museo no verás cuadros, tapices o esculturas, aquí lo que vas a encontrar son, como ya habrás supuesto, momias, procedentes del Panteón Municipal de Santa Paula en Guanajuato, México.




Las 108 momias, la gran mayoría de ellas de mujeres, provienen de los cadáveres enterrados durante un brote de cólera que padeció la ciudad el año 1833, los cuales fueron desenterrados entre los años 1865 y 1958, cuando la ley exigía el pago de un canon para poder mantener los cuerpos en los cementerios. Si los familiares de los difuntos no podían pagar dicha tasa se perdía el derecho a la sepultura, motivo por el cual el 90% de ellos fueron sacados de sus tumbas y almacenados en un edificio cercano.





Las voces sobre su existencia comenzaron a propagarse con rapidez, y en el año 1900 empezaron a llegar los primeros turistas interesados en verlas. Los trabajadores del cementerio, para redondear el mes, les cobraban unos pocos pesos por permitirles pasar, y con el tiempo, y debido a la fama que llegaron a alcanzar, el edificio terminó convertido en lo que es el actual museo.

Los guías que hoy en día acompañan a los visitantes rara vez hablan de cuerpos para referirse a las momias, todo lo contrario, por lo general los llaman por sus apodos o nombres: el Revolucionario, la China, don Justo Hernández, o doña Ignacia Aguilar, quien, dicen, tuvo la desgracia de ser sepultada viva.

Y es que alguna de las momias impresiona por su expresión de pánico, lo que puede explicarse por la retracción del tejido al morir; sin embargo, hay casos de personas en los que se ha comprobado que, con el fin de evitar la propagación de la plaga, fueron sepultados accidentalmente aún con un hálito de vida, y ya en la tumba murieron por la lógica desesperación, la angustia y la asfixia.


Los cuerpos de las momias de Guanajuato no fueron embalsamados, y su extraordinaria conservación se debe a la extrema sequedad y a la composición del terreno en el que fueron enterrados, lo que produce la deshidratación de los cuerpos mientras el proceso de putrefacción se inhibe. Por este motivo, sería más apropiado hablar no de momias, sino de cuerpos deshidratados.

Cada cuatro meses, las momias son sacadas de sus vitrinas de vidrio para ser fumigadas y desempolvadas.
Muchos de los casi 3.000 visitantes que a diario recibe el museo se desmayan al poco de comenzar la visita.
fuente//Aqui Estuve Ayer...

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