martes, 10 de diciembre de 2013

Noche de Brujas (Relato)

A pesar de que recién era 30 de octubre, el calor ya se anunciaba fuerte en el norte de Santa Fe.Los días se iban alargando y las tardes ya eran rojas.
En la pensión Continental los más viejos sacaban la silla a la vereda y tomaban mate con las tortas negras (enormes, redondas y rellenas de azúcar negra) que vendía un chico descalzo que pasaba por la calle de tierra. Don Arévalo sacaba la mecedora y cortaba una rama de uno de los sauces llorones que crecían al lado de la cuneta para espantarse los mosquitos.
Los más jóvenes se bañaban y perfumaban al caer el sol y salían a dar la vuelta al perro, a la plaza San Javier, a mirar y ser mirados.
Pero todos, viejos y jóvenes,coincidían en la curiosidad que les causaba la familia nueva que se había mudado a la piecita de la terraza.'Los porteños'.Los porteños venían de algún lugar del norte bonaerense así que no eran porteños técnicamente hablando, pero para los del pueblo cualquiera que viniera de Buenos Aires era porteño y se creía mejor que los demás. Eso seguro. Pero bueno,los porteños eran un matrimonio joven (los empleados de la fábrica de soda que compartían la pieza del primer piso miraban de reojo a la porteña cada vez que pasaba y se sonrojaban), con dos hijos,una nena rubia de unos 7 años y un bebé de menos de uno.
La nena desasosegaba a la mayoría. Tenía mucho pelo, muy lacio,muy largo y muy rubio (bueno, la mayoría de la gente del pueblo era rubia y de ojos claros,pero el pelo de esta nena era...raro).Y los ojos también eran raros.Muy grandes,muy claros, miraban muy fijo.
'Una nena chica que le sostenga la mirada así a un adulto no es normal' sentenciaba la tía Lucy mientras batía la crema a mano,los brazos gordos haciendo un shimmy hipnotizante.
Pero algo de razón tenía. La nena te miraba a los ojos, seria, inexpresiva como una vaca, y no bajaba la vista. Ni siquiera cuando Don Paco,que trabajaba antes de capataz para don Roberto en sus campos y que hacía temblar a los peones con sólo mirarlos fijo, hizo ningún efecto en la nena.Terminó bajando él la mirada, turbado.
'La niña del maíz', le había puesto de apodo la maestra jardinera de la planta baja,que había estudiado en Santo Tomé y 'era muy viajada'.Decía no sé qué de una película de unos nenes que estaban malditos.
'Entonces sí,deben parecerse a la mocosa ésta' resopló la tía Lucy,enmantecando un molde enorme.
La cosa es que a la nochecita del 30 de octubre, la porteñita salió con un cochecito de ésos paragüitas y un bebote adentro.El bebote era de esos grandes,que parecen un bebé de verdad,y estaba vestido con un enterito como los de los bebés de verdad.La nena empezó a golpear las puertas. 'Dulce o truco', decía cuando le abrían.
'Halloween', dijo la maestra jardinera.'Festeja Halloween. En Buenos Aires lo deben festejar, es una tradición estadounidence. Pero allá se disfrazan'.
'Sé lo que es el jalouín ese', se indignó Don Arévalo.'Lo festejan los porteños platudos,no la gente común como nosotro'.Ésos que viven en los cuntry', agregó asqueado.
'En los qúe??' chilló tía Lucy friendo tortas fritas.'Se va a quedar con las ganas la changuita ésa.Acá no usamos esas modas de porteños'.
'De americanos', corrigió la maestra jardinera.'Lo raro es que Halloween es el 31 de octubre. Mañana.'

'Chinita engréida' insistió la tía Lucy,que adoraba a los chicos y no hubiera tenido problemas en regalarle una de sus orgásmicas tortas, pero que si le venían con cosas raras no transaba.'Además,si no se disfraza es porque ni le hace falta,con esa cara.'

Todos reaccionaron igual.La canastita de la nena quedó vacía excepto por un chocolate que le dió uno de los muchachos de la sodería.La nena se retiró a su casa empujando el cochecito.

A la mañana siguiente la tía Lucy,al salir para el supermercado, encontró una pierna de goma clavada con un cuchillo en su puerta.
Era un Tramontina común y no estaba clavado con mucha fuerza, el pedazo de muñeco se cayó al piso en cuanto lo tocó con al punta de un dedo.Entonces vio la puerta de Don Arévalo.Tenía un bracito de muñeco clavado con un cuchillito igual al suyo.
Tía Lucy estacionó el chango de las compras con un resoplido y empezó a subir las escaleras. Todas las puertas tenían un pedazo de muñeco clavado.A la maestra jardinera le había tocado la cabeza,observó. Y era igual a la del bebote de la chinita ésa porteña engréida de la pieza grande de la terraza.

'ES la del bebote de la nena del maíz' dijo la maestra temblando cuando tía Lucy le mostró, y ahí la tía se dio cuenta de lo jovencita que era.

Don Paco no era nada jovencito pero también se quedó preocupado.' Todas las puertas tienen una parte,menos la de los pibes de la sodería y la de los porteños'.

Los pibes de la sodería también estaban nerviosos.' No sé por qué, si a ellos no les tocó nada' dijo con envidia la señora Ramona,la de la pieza del fondo.

'Pero si no es para cagarse en las patas,mierda' estalló la tía Lucy,sobresaltando a todos porque ella casi nunca decía malas palabras. 'Una travesura de la changuita ésa, nomás.Qué dulce, Jálogüin ni esa mierda. Porteños...'

Ante esto todos se dispersaron obedientemente y también obedientemente dejaron de preocuparse.

A la tardecita del otro día,31 de octubre, la nena salió otra vez, con su cochecito y su canastita colgada del brazo.Pero en el cochecito, en lugar del bebote, gorgeando y jugando con su propio pie que levantaba hasta alturas inverosímiles para un adulto, estaba su hermanito.La nena empujó el cochecito (le costaba un poco más,el hermanito era más pesado que el muñeco) hasta la primera puerta, la de la tía Lucy.Golpeó y la tía le abrió con las manos llenas de harina.

La nena la miró hacia arriba,con esos ojos raros y fijos.
'Dulce o truco', dijo.