lunes, 16 de agosto de 2010

El ultimo malon

Un malón es la irrupción inesperada y violenta de indígenas para producir matanzas y robos.
El pueblo de mi familia paterna,San Javier,al norte de Santa Fe, a principios del siglo XX era una comunidad que, a pesar de su antiguedad, era reducida, pobre y con pocos medios de comunicación.
Al sur de la iglesia se asentaba el barrio indígena, una fracción de terreno comunal que se les había cedido, a los indígenas, para que construyeran sus vivendas. Allí habitaban, casi junto al blanco, solo separados por 100 metros, junto a los ranchos de rama y paja, la caza, la pesca y el mate amargo, totalmente indiferentes a las comodidades de la civilización que los rodeaba.
Los indios tenían motivos para estar descontentos y concentrar odios y resentimientos. Había promesas incumplidas de determinados caudillos políticos y una serie de cosas que la gente de abajo debía soportar. También se sumaba la problemática del incumplimineto de la Ley de Tierras de 1866, lo cual llevó al reclamo de los indios por la propiedad de los terrenos que legítimamente le pertenecían.
La revuelta de 1904 no fue un hecho espontáneo, ya que de 8 a 10 meses antes, los pobladores y las mismas autoridades de San Javier observaban una gran afluencia de indígenas que llegaban de Santa Rosa, San Martín Norte y otros puntos y en un principio, se creyó que se debía a la proximidad de la fiesta del Santo Patrono.
La participación de los tata-dioses o hechiceros, fue de gran relevancia en el conflicto, porque fueron los reales promotores de la sublevación. Aconsejaron la concentración de los indios de San Martín, Santa Rosa y Cayastá en San Javier y proclamando que la América está hecha para los indios y no para los gringos y sus hijos y que luego de pelear tres años obtendrían la victoria. Además, predicaban un diluvio en el cual perecerían criollos y gringos y solamente se salvarían los indios que se refugiaran en San Javier, de cuya tierra quedarían dueños porque a ellos les pertenecía.
El 21 de abril fue el día fijado. Ya el día anterior, los vecinos se dieron cuenta del peligro y ofrecieron su ayuda al Jefe Político quién se limitó a señalarles los sitios a que debían concurrir a formar cantones en las azoteas de las viviendas y edificios públicos y proveerles de armas, sin decidirse a usar por le momento la violencia. Por su parte el Gobierno de la Provincia a cargo del Dr. Rodolfo Freyre, ante los desesperados requerimientos de las autoridades de San Javier pidiendo refuerzos, envió el vapor Ceres con 150 soldados que llegó el 22, es decir luego de la revuelta.
Los indios, desde la madrugada se hallaban en pie de guerra y se veía como los jefes recorrían a caballo sus filas accionando y hablándoles en su idioma, espectáculo que motivó más alarma en la población. La mañana del 21 transcurría sin novedad, mientras circulaba el rumor que los indígenas postergarían su ataque para la noche, lo cual era más lógico.
Sin embargo, una circunstancia imprevista cambió inesperadamente el panorama: Don Félix Lena, oriental y dueño de la Mensajería que realizaba viajes a Escalada, se presentó a la toldería a reclamar los caballos que le habían robado, quien luego de increpar a los indígenas fue mortalmente herido.
Este hecho desencadenó el motín. Los vecinos, agrupados en 6 cantones, observaron el hecho y abrieron fuego desde el cantón ubicado en la torre de la Iglesia. Un grupo de pobladores salió a guerillear al grupo principal de indios que comenzaba a avanzar en columnas por las dos calles laterales que conducen a la plaza.
Todos los indios iban a caballo con excepción de los cabecillas que corrían al frente blandiendo cuchillos y dando alaridos, al mismo tiempo que uno tremolaba una bandera colorada, otro una blanca con una cruz y un tercero ostentaba una tela verde que le cubría el pecho con la imagen de San José.
De los cantones se hacía un fuego nutridísimo y sin embargo los indios seguían siempre adelante hasta que cayó el último de los tata-dios. Entonces, recién entonces emprendieron la retirada con dirección a un pajonal que quedaba al sur del pueblo.
Muchos de los indios fueron muertos y muchos perseguidos y reprimidos violentamente luego de la rebelión.
Los sublevados fueron apresados y alojados en un corralón de la policía, a la intemperie, condición agravada por las amenazas de lluvia que provocarían una epidemia de sarampión y viruela debido a que el piso en que dormían era de estiércol.
Los hechos de Abril de 1904, fueron totalmente cubiertos por los periódicos de Santa Fe, los cuales responsabilizaron directamente a los gobiernos despreocupados, a los encargados de la educación del indio, a los partidos políticos que utilizaron a los mocovíes para la suma de votos en elecciones, poniéndolos como verdaderos culpables de las lamentables y sangrientas aventuras en las que se embarcaron.


Este hecho fue reconstruido años después, en 1917 y en los mismos lugares por el Dr. Alcides Greca en el film "El Último Malón" donde se relata, mezclado con la ficción lo sucedido en San Javier en abril de 1904.
Actualmente en San Javier viven escasos aborígenes mocovíes de aquella tribu de 1904; muchos de ellos emigraron a Colonia Dolores, San Martín Norte y Recreo ,donde tratan de salvar sus raíces organizados en comunidades.
La pelicula "EL ultimo Malon" es considerada una de las primeras peliculas argentinas,y una joya del cine mudo mundial.

Alcides Greca, oriundo de la misma localidad, San Javier, 13 años más tarde filma en 35mm una recreación de aquellos acontecimientos filmando con los mismos protagonistas de los hechos reales, adelantándose en varias décadas a lo que posteriormente se conocería como neorrealismo.


Sobre los actores participantes:El cacique mocoví Mariano López, líder del levantamiento que participó en ambos acontecimientos. El último malón de 1904 y en su recreación fílmica de 1917.
El papel del cacique rebelde Jesús Salvador y de su compañera de andanzas Rosa Paiquí, fueron los dos únicos actores profesionales. Ambos de extracción teatral. Ella la actriz Rosa Volpe. El resto de los participantes fueron los indios lugareños, la paisanada local y los familiares y amigos del mismo Alcides Greca.


La película se estrenó el día 4 de abril de 1918 en el Palace Theatre de Rosario. Luego, el 31 de julio del mismo año, en la ciudad de Buenos Aires en la céntrica calle Corrientes en el célebre cine-teatro de entonces Smart Palace.
La Greca Film "Empresa Cinematográfica Rosarina" de Alcides Greca funcionó en Av. Pellegrini 1655 de la ciudad de Rosario


Algunos datos técnicos
Originalmente este largometraje tenía una extensión de más de 3.000 metros, de celuloide Su proyección, a una velocidad de 16 fps (fotogramas por segundo), llegaba originalmente a 85 minutos.
Con el deterioro del tiempo, en 1967, Fernando Vigevano del Cine Club de Rosario, logró hacer una nueva copia en 16 mm. Asimismo, con la pérdida de algunos cuadros y el cambio de velocidad de proyección -de 16 a 24 fps- quedó con una duración de 58 minutos.


La película fue coloreada por tramos. La presentación, el epílogo y cada capítulo estaban virados a un color distinto. Uno al verde, al sepia, rojo, etc. En su traspaso a 16mm se dejó en Blanco y Negro.

El montaje fue hecho a la usanza de la época: tijera y cloretona
La iluminación: diurna apoyada por alguna que otra sábana. Los interiores a ventanas abiertas de par en par. Y una adelantada "noche americana" mediante el teñido del celuloide con anilina azul.
El tipo de cámara usada, sin certeza, se supone que fue un modelo de cajón a manivela de origen francés.
El laboratorio que de revelado fue el por entonces conocido "Max Gluskmann" según reza un cartel insertado al final de la película.


Otras curiosidades fílmicas
La toma "aérea" del rancherío incendiándose fue imaginativamente resuelta con una pequeña maqueta y desde el trípode de la cámara colocada en picada simularon la quema del rancherío como represalia contra la toldería mocoví.

2 comentarios:

  1. estuve en san javier y hay una placa que recuerda esto.
    buenas fotos!

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  2. Si algún día pudo volver la voy a buscar...
    Saludos,gracias por pasar!

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