miércoles, 24 de noviembre de 2010

Muerte en el Museo de La Plata (Zoológicos Humanos 2)

Francisco Pascasio Moreno le dio la orden precisa a uno de sus ayudantes:
–Vigílelo de cerca a Inakayal, anda todo el día borracho y perdido, parece un fantasma.


Corría la primavera de 1888 y, tal como lo decía el futuro Perito, el cacique llevaba unas cuantas semanas mirando a la nada. Caminaba encorvado, arrastrando los pies. Hablaba solo y se le caían los pantalones de lo flaco que estaba. Quedaba poco del fiero tehuelche, su espíritu aguerrido lo había abandonado después de ser capturado en la Campaña del Desierto.

En sus toldos, a orillas del río Limay, Modesto Inakayal era amo y señor. En la Patagonia mandaba el gran Sayhueque, y junto a Foyel eran sus lugartenientes de confianza. Vacas, ovejas y caballos conformaban su riqueza. Convivía con dos mujeres, estaba al mando de 900 hombres, montaba un caballo overo y cazaba ñandúes con boleadoras. El explorador chileno Guillermo Cox lo describió en sus memorias como un hombre de “cara inteligente, cuerpo rechoncho pero bien proporcionado”. No sabía escribir pero entendía el castellano. En términos siempre pacíficos recibía a los científicos y exploradores con manzanas; y a la hora de la cena mandaba a sacrificar a sus mejores animales.

El primer encuentro con Francisco Moreno se dio en 1879. El trato fue cordial entre ambas partes y hasta se podría decir que entablaron una amistad. Entre 1878 y 1885 el presidente Julio Argentino Roca impulsó la ofensiva militar conocida como Campaña del Desierto. El indio pasó a ser el enemigo del blanco. Y Moreno estaba del lado de los blancos.
Inakayal, junto a Sayhueque y Foyel, cayó prisionero del teniente Francisco Insay en Junín de los Andes, en 1885. Antes de que lo embarcaran con destino a Buenos Aires en el vapor Villarino, el Ejército argentino le robó sus caballos y repartió sus hijos entre las familias de los generales, para que los usaran como sirvientes.


El destino de los caciques fue la isla Martín García. Fueron humillados, vestidos con la ropa que descartaban los soldados, obligados a hachar quebrachos y comer las sobras de la milicia. Sayhueque pudo volver a la Patagonia. Inakayal y Foyel fueron “rescatados” por Francisco Moreno y pasaron a formar parte de la colección viviente –literalmente – del museo de La Plata.

Cuesta imaginar que el edificio con aires de Partenón, ubicado en el centro del bosque platense, haya sido la prisión y la tumba de una decena de indígenas. En el subsuelo, donde hoy funcionan laboratorios y áreas de estudio, estuvieron cautivos “los vencidos” de la Campaña del Desierto. Si bien es cierto que durante el día circulaban libremente por los pasillos del museo, por las noches una pesada puerta de madera se cerraba con candado hasta el amanecer.
Mientras Don Francisco Moreno –como lo llamaban sus empleados– habitaba en el amplio y luminoso segundo piso rodeado de libros y una salamandra para el invierno; los indios “rescatados” por él se amontonaban, con unas pocas frazadas malolientes, en la humedad y oscuridad del subsuelo.
En el mismo lugar en el que recibían una olla de sopa para todos, hombres, mujeres y niños hacían sus necesidades en un rincón. No había forma de salir hasta la mañana siguiente, cuando uno de los empleados del museo les abría el candado. En el listado de prisioneros figuraban Inakayal, una de sus mujeres y su hija; Foyel junto a su compañera y su hija Margarita y Tafá (una alacaluf de Tierra del Fuego), entre otros que nunca fueron identificados.
Cada uno tenía tareas asignadas. Las mujeres se encargaban de la limpieza del museo, el lavado de las ropas del personal y la confección de telares para la venta. Los hombres estaban confinados a tareas más duras como cavar pozos, limpiar los desagües cloacales y trabajar en la construcción del edificio que aún no estaba terminado.

Museo de Ciencias Naturales de La Plata.
Cuando los científicos lo disponían los indios debían prestarse a ser examinados desnudos, fotografiados durante horas o quedarse quietos frente a un pintor que los retrataba. Era la época de la ciencia en que los sabios blancos medían, tasaban, archivaban todo lo que fuera el Otro. Francisco Moreno mostraba orgulloso su “colección viviente” a los colegas del extranjero, mientras el lenguaraz Gabino traducía la lengua originaria al castellano. La mayoría de ellos, sin chistar, aceptaba los mandatos del director del museo. Pero Inakayal no estaba acostumbrado a recibir órdenes: se quejaba de que los blancos le habían matado a sus hijos, robado sus caballos y arrancado de su tierra.

Al igual que Sayhueque, Foyel pudo regresar a la Patagonia a cambio de reivindicarse como argentino. Se le “cedieron” algunas hectáreas, ya por entonces en manos del Estado. Inakayal, en cambio, se negó a resignar su identidad y siguió en cautiverio.


Inakayal sentado en el piso junto a su mujer para ser pintado (pintor al fondo) en una de las salas del museo de Cs. de La Plata .

El antropólogo Herman Ten Kate escribió, en la Revista del Museo (1904), que Inakayal “era reservado, desconfiado, orgulloso y rencoroso. Comunicativo solamente cuando estaba ebrio. Dormía casi todo el día, discutía fácilmente, muy apático y sin ninguna preocupación por su persona”. Estaba claro que el cacique no se sentía a gusto en la galería de exotismos de Moreno.

En 1887 los indios prisioneros comenzaron a morir de manera extraña. El 21 de septiembre murió Margarita. El 2 de octubre, la mujer de Inakayal. El 10, la mayor del grupo, Tafá. Algunos diarios de la época dieron cuenta de estas muertes en cadena. El Eco de Córdoba, asociado a grupos católicos, acusó a Moreno de “caballero de la noche”. Un periódico porteño, L’Operario Italiano, lo cuestionó por no respetar las disposiciones municipales acerca del tratamiento que debía darse a los difuntos. El matutino platense La Capital también menciona la “muerte de una niña india en el Museo”.

La familia prisionera en el sótano del museo.
El cacique tehuelche, uno de los últimos en resistir, veía a diario cómo los cuerpos de su gente eran descarnados y expuestos a los visitantes tras su muerte. Inakayal sabía que corría el mismo destino. La tristeza le había quitado hasta las ganas de dormir. Se pasaba horas mirando los restos de su mujer, exhibida en una vitrina junto a otros esqueletos. Francisco Moreno ya no era el amigo blanco que lo visitaba a orillas del Limay. El saco negro de funebrero y ese pantalón con olor a rancio de tanto orín impregnado distaban mucho del aura combativa que mostraba el cacique en otras épocas. Tenía 45 años, los pelos chuzos y un bigote desprolijo. A su amplia cara morena la atravesaban arrugas taciturnas.
 

Los inventarios del Museo certifican que falleció el 24 de septiembre de 1888. Algunas versiones hablan de un suicidio, otras que fue empujado por unas escaleras. El naturalista italiano Clemente Onelli, mano derecha de Moreno, dejó asentado que “Inakayal se arrancó la ropa, la del invasor de su patria, desnudó su torso, hizo un ademán al sol y otro larguísimo hacia el Sur, habló palabras desconocidas… Esa misma noche Inakayal moría”. De inmediato su esqueleto fue descarnado y expuesto al público.
 
 
Tras reclamar durante más de medio siglo, en abril de 1994 la comunidad tehuelche logró que los restos de Inakayal fueran trasladados al valle de Tecka. En medio de actos protocolares, rituales indígenas, discursos políticos en cada parada y cerca del hotel que lleva su nombre, los huesos del cacique volvieron a su tierra. En 2006 el grupo de antropología forense GUIAS comprobó que la restitución fue parcial: faltaban el cuero cabelludo, el cerebro, una oreja y quizás el corazón.
Las comunidades originarias lo calificaron como “una ofensa más a sus ancestros” y llegaron a dudar de que el esqueleto enviado fuera el de Inakayal. Las autoridades del museo dijeron que se trató de un “error administrativo”.


La tradición tehuelche manda que sus muertos deben ser enterrados como si estuvieran en el seno materno, rodeados de los objetos que pudieran necesitar al renacer en otra parte. En épocas remotas mataban al caballo y al perro preferido del extinto. Al lado del cadáver depositaban las armas, los utensilios y el alimento para la hora del despertar. Lejos de estos rituales, el cuerpo del cacique Inakayal fue cuereado como si se tratase de una vaca. Por 120 años su cadáver y su alma no descansaron esperando el renacimiento tehuelche. No es de extrañar que ,como cuentan los empleados del museo,su espíritu deambule por los pasillos de su prisión y su tumba: el Museo de Ciencias Naturales de La Plata.

enlace: http://fannyriffel.blogspot.com/2010/10/zoologicos-humanos.html
fuente://Sergio Cayuqueo

14 comentarios:

  1. que bueno que les sirvio mi blog de fuente :)

    muy buena la nota del zorro

    Sergio Cayuqueo

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  2. Gracias a vos!
    Si querés le agrego el enlace:hace poco aprendí cómo hacerlo :D.
    Sí,la nota del Zorro es la que tiene más visitas,de todo el mundo.A quién no le gusta el Zorro?
    saludos y gracias por comentar.

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  3. Hola Fanny Riffel:

    Mi nombre es Margarita Canio, soy estudiante.

    Me pareció muy bueno e importante lo que escribistes respecto de la historia de vida de Inkayal, me conmueve mucho. No hay duda que fue así, pero increíblemente año 2010, nuestra gente, todavía se acuerda de esos acontecimientos y lo cuenta en su propio idioma.
    Yo estoy trabajando relatos orales de la gente sobre estos y otros temas por eso me pareció bueno, y porque por lo general esto nunca es considerado. Sin embargo, los documentos históricos no dejan de ser importante para analizarlos. Pero, me gustaría saber, ¿Cuál es el nombre de los libros, documentos, artículos y otros donde aparecen éstas informaciones? sin desmerecer el esfuerzo que ustedes realizan en elaborar este documento.

    No encontré la bibliografía. Y como comentario nada más, sería importante señalarlos, para tener una referencia más.

    Un datito pequeño, he visto un libro que se llama "Zoológicos humanos" Jardín aclimatizados París, siglo XIX, de los autores Christian Báez y Peter Mason, editorial Pehuen. Tal vez ya lo has visto, pero porsiacaso.

    Bueno, espero no haberme extendido tanto.

    Le deseo buena suerte, ojalá me pueda responder y seguir en contacto. Muy buena la página, estaré pendiente cuando tengan una nueva información.

    Hasta pronto gracias.

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  4. Hola,Margarita!Bienvenida.
    Con respecto a la bibliografía,en la web El Historiador,de Felipe Pigna,hay bastante info sobre el tema;la primera noticia que tuve sobre esto fue por ahí.La revista Todo es Historia también tiene mucho material.
    Pero la mayor parte la saqué del blog de Sergio Cayuqueo,quien comentó más arriba.
    Gracias por el dato del libro,lo voy a buscar.
    No contesté antes por un problema en mi PC.
    MUCHAS GRACIAS POR COMENTAR,Y ESTOY A TU DISPOSICIÓN POR CUALQUIER OTRA DUDA.

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  5. Hola Fanny: muchas gracias por el dato. no había respondido antes por tiempo. Bueno estamos en contacto, muchos saludos y gracias nuevamente...

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  6. en el sitio del grupo guias se puede encontrar algo http://grupoguias.blogspot.com/

    ellos publicaron 4 libros con muchas fotografias y documentos
    esta es la tapa de uno
    https://picasaweb.google.com/117846132233614910564/PUEBLOSORIGINARIOSDesde1810A2010#5464178745593854274

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  7. Muy buena la informacion,seria bueno que los chicos de la primaria y secundaria conocieran esta historia.A proposito seria bueno que nuestros congresistas den sancion definitivamente a la ley de reparacion historica de los pueblos originarios y que despues se presente un proyecto de ley donde la reparacion comience,por ejemplo,sacando de los billetes la figura del mayor genocida de nuestros hermanos,el general Julio"Asesino"Roca y cambiar el nombre de calles,plazas, localidades,instituciones y monumentos,que lleven los nombres de los principales genocidas que lo acompañaron en su"gesta"asi como sus complices que los financiaron.Van a caer muchos del bronce pero va ha ser la verdadera reparacion historica de nuestros hermanos originarios de america.Saludos y un abrazo.

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  8. Es verdad;es terrible que nombres como Julio A.Roca,Leopoldo Lugones Hijo y Ramón L.Falcon estén en tantas calles del país.
    Y asimismo estaría bueno enseñar en el colegio,entre tantas cosas buenas que hizo Moreno,porque era un buen científico,la otra parte,como ésta.
    muchos saludos!!

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  9. BUENOS O MALOS... NI MUY MUY NI TAN TAN
    pero por qué nadie recuerda que Inkayal tenia su esclava hasta casi el final de su pobre vida? Por qué la esclavitud en manos de los unos (los blancos) es menos maligna que en la de otros (los indios)? Por qué esta doble moral?

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    1. Buenas,Gustavo!
      Desconocía este dato,te puedo pedir que me envíes la info que tengas?
      Es verdad que se da mucho eso.Personalmente me siento mucho más autorizada a acusar y/o criticar a alguien de mi cultura y con un nivel de educación alto que a alguien que viene de unos usos totalmente diferentes,pero de ningún modo soy de esa clase de gente que considera,por ejemplo, la muerte de una nena de 8 años en la noche de bodas a manos de su marido de 50 y pico como un 'hecho cultural' ni ninguna estupidez de esa clase...lamentablemente es algo muy común y creo que se debe principalmente a la ignorancia ,la comodidad y hasta podría decir el racismo.
      Muchas gracias por tu comentario y tu visita,saludos!

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  10. muy interesante el articulo y enriquecedores los comentarios también

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