Mis múltiples "Yo" deliberaban dentro mío como suelen hacer. Subían las voces, como suelen hacer en momentos de crisis. Mi Yo Saboteador empezó (como suele hacer) a recriminarme que todo era culpa mía. Si sos fea, no valés, sos tonta. "Callen a la monstrua", pensé yo. Y la Monstrua hizo un gesto de aceptación (como nunca suele hacer), un gesto de "Es verdad, a veces me excedo", y se sentó junto con todas nosotras, mis otros Yo y yo, piernas cruzadas en el piso, todas en ronda, y nos miramos entre todas con perplejidad.
Eso me asustó mucho.
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