Hacía cerca de 40º C,como siempre en las vacaciones en la casa de los abuelos en el campo.Pero igual nos reuníamos a las cuatro en punto en el patio,abajo de la glorieta con parra del caserón colonial,a tomar mate.Yo no tomaba mate,sino chocolatada fría,muy difícil de conseguir por ahí.Y comíamos todos "tortitas negras",una tortilla redonda del tamaño de una pizza,dulce,con mucha azúcar negra adentro.
Y esta tarde había también facturas,gentileza del Tío Atilio.En realidad era tío de mi papá,y era la primera vez que lo veía.Era evidente que estaba muy consciente de su propia importancia,y todos lo trataban con gran deferencia.Debe ser porque es militar,pensaba yo.Aunque según mamá,en ese pueblo la única oportunidad para los jóvenes que terminaban los estudios era ser policía los hombres,y maestra las mujeres.Pero el Tío Atilio no era policía,era Militar.Y de Gendarmería,nada menos."Gendarmería Nacional,Centinela de la Patria",decía la publicidad en la tele.
Y porque era uno de alto rango,y muy alto y elegante.Pero a mamá no le gustaba, Me daba cuenta por esa forma tan suya de apretar los dientes cada tanto.Y porque en un momento de la charla se levantó de golpe,con ese gesto suyo de "Ya no aguanto más",agarró a mi hermanita bebé y a mí y nos llevó a los apurones al dormitorio de invitados a cambiarle el pañal,aunque yo ví que no tenía pis.Walter,el hijo del Tío Atilio,de unos 11 años,vino con nosotras.Era alto como el padre y tenía unos ojos azules enormes.Sonreía mucho y le hacía preguntas a mi mamá sobre la bebé,y le dejaba que le apretara el dedo con sus manitas.Era muy dulce,y mami se tranquilizó bastante charlando con él.
Cuando volvimos a sentarnos decidí prestar más atención a la charla ,a ver si descubría por qué mamá estaba tan incómoda.
Nada,las mismas cosas que decían los mayores todo el tiempo.
Hasta que el Tío miró al cielo.
"-Calor,eh?",-con una sonrisa deslumbrante.-"Está lindo para...lo que hacemos a veces al mediodía en estos días así...con los presos,no?"
Tenía la atención de todos.
-"Los estaqueamos al sol,"-(qué sería estaquear?no sonaba nada lindo).-",abrimos una latita de sardinas,le ponemos una a cada uno en la boca,y los dejamos un rato al sol".
Un coro de risas corteses festejó la anécdota.La de mi papá,como siempre,la más entusiasta.La Tía Mary sonreía con aire satisfecho,manipulando la pava del mate como una inglesa la tetera de porcelana china.Mi mamá apretaba la mandíbula más que nunca y hasta me pareció oír un chirrido.
Me levanté y le pregunté a Walter si quería ir a ver los patos,y juntos corrimos por el pasto hacia la granja.
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